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¿Cómo respiras?


¿Alguna vez te has detenido a pensar en cómo respiras? Tras varios años trabajando con personas de distintas edades, estilos de vida y responsabilidades, he llegado a una conclusión: la ansiedad y el estrés pueden prevenirse, reducirse e incluso desaparecer si somos conscientes de nuestra respiración.


El ritmo de vida actual, lleno de prisas, multitarea y preocupaciones, nos mantiene en un estado de alerta constante. Este estado activa el sistema nervioso simpático, lo que provoca la liberación de las hormonas del estrés: adrenalina y cortisol. Como consecuencia, aumentan la frecuencia cardíaca y la presión arterial, se genera tensión muscular, disminuye nuestra capacidad de concentración, se altera el sueño e incluso se debilita el sistema inmunológico.


Sin embargo, nuestro cuerpo no está diseñado para funcionar en modo alerta todo el tiempo. En mis sesiones, trabajo con personas para quienes la ansiedad y el estrés se han vuelto insostenibles. Una de las preguntas que suelo hacerles es: ¿cómo respiras? Si te la hiciera a ti ahora mismo, ¿qué responderías?


Las respuestas más comunes suelen ser: «No lo sé», «Normal», o «Nunca me lo he planteado». Solemos dar por hecho que respiramos automáticamente, al igual que nuestro corazón late sin que pensemos en ello. Y es cierto, la respiración es un proceso automático. Pero ser consciente de cómo respiras te puede ayudar a medir tu nivel de ansiedad.


Cuando estamos relajados, nuestra respiración es profunda, regular y tranquila. Sin embargo, cuando nos sentimos ansiosos o estresados, nuestra respiración se vuelve rápida y superficial, a veces durante todo el día. Este patrón de respiración acelerada también tiene consecuencias negativas para el cuerpo.


Tomar unos segundos varias veces al día para observar cómo estás respirando puede ser una herramienta poderosa para reducir la ansiedad. Al notar que estás respirando de forma acelerada, puedes detenerte y comenzar a respirar profundamente, lo que envía una señal al cerebro de calma y control. Esto te ayuda a volver al presente y recuperar el control de tu estado emocional. Con la práctica, serás cada vez más consciente de tu respiración y podrás evitar que la ansiedad aumente.

Además, puedes incorporar ejercicios de mindfulness centrados en la respiración. Este tipo de meditación te ayuda a dirigir tu atención al proceso natural de la respiración, lo que fomenta una mayor conciencia del momento presente y calma la mente.


Conectar con tu respiración y devolverla a un estado normal puede ofrecer, a largo plazo, numerosos beneficios: reducir el estrés, gestionar mejor tus emociones, mejorar la concentración y, en definitiva, mejorar tu calidad de vida.

Foto Freepik

Melinda Sánchez Coach

 
 
 

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