El poder del perdón (Parte II)
- Melinda Sanchez
- 14 dic 2024
- 3 Min. de lectura

Hace un par de semanas os hablaba del poder del perdón (link al post) y el tema central era perdonar, por qué perdonar nos libera y nos aleja de las emociones negativas. Hoy vamos a centrarlo desde la perspectiva de pedir perdón, algo que, para muchas personas es más difícil de lo que parece.
¿Con qué situación te sientes más reflejado?
Suelo querer pedir perdón y no puedo, termino no haciéndolo y espero a que pase la tormenta.
Pido perdón por todo al instante y me siento mal si no tengo la certeza de que me han perdonado.
Si tengo que pedir perdón lo hago, pero no me siento cómodo.
Estas suelen ser las tres situaciones más comunes en las que nos encontramos cuando hablamos de pedir perdón.
Para entenderlas, lo primero de todo debemos recordar que cada uno venimos de un entorno familiar y social muy distinto. Por ejemplo: una familia en la que pedir perdón se ve como una manera de rebajarse ante los demás, de debilidad o incluso de pérdida de poder. En estos casos, ante una situación complicada, el silencio, hasta que se calme el ambiente es lo más común. Otro ejemplo: una familia en la que se pide perdón constantemente ante la mínima situación únicamente por miedo: miedo a hacer daño, miedo a que no me quieran, etc., la inseguridad y el miedo rigen estos comportamientos.
Estos son únicamente dos ejemplos de situaciones para poder entender de dónde puede venir el origen de tu dificultad a la hora de pedir perdón o el exceso de justificación. ¿Cómo se suelen pedir perdón en tu familia? ¿Se comportan todos igual? ¿A quién se parece más tu forma de actuar?
Somos personas con una esencia formada por nuestros valores y creencias. Desde la infancia, vamos generando patrones de comportamiento dependiendo de cómo sean estos valores y creencias. Si no hacemos un esfuerzo por cambiarlos, estos patrones quedan grabados en nuestra forma de ser pasando a formar parte del día a día en nuestra vida.
El hecho de pedir perdón únicamente nos libera cuando lo hacemos desde la consciencia, desde nuestro lado racional. Nos libera porque, primero de todo, nos fijamos en el hecho desde la realidad, relativizando y decidiendo desde nuestro yo actual qué vamos a hacer. Dejamos el ego a un lado y los miedos en el otro.
Aquí unas reflexiones que te pueden ayudar a liberar tus emociones a través del poder de pedir perdón:
Analiza la situación desde la realidad, ¿qué reacción he tenido en la otra persona y cómo se ha podido sentir?
¿Le estoy dando la importancia que merece? ¿Mucha, poca, nada?
Utiliza la empatía, ¿qué crees que siente la otra parte?, ¿cómo te gustaría que te trataran a ti?
¿Qué es lo que estás sintiendo? ¿Puedes describir la emoción? Ejemplos: culpa, inseguridad, enfado, vergüenza, angustia, frustración…
¿Qué pasaría si no pido perdón?, ¿qué pasaría si lo pido?
¿Con qué emoción me quedo si lo pido, cómo me voy a quedar?, ¿y si no lo hago
Desde la realidad, intentando alejarnos de nuestros patrones y reacciones inconscientes, lo único que queda es cómo nos sentimos y cómo se siente la otra parte. Experimentar la liberación del perdón es, en definitiva, vivir de una forma más libre de culpas y miedos. Sé quien quieras ser, recuerda que puedes elegir cambiar antiguos patrones y creencias que ya no te sirven.
Foto Freepik
Melinda Sánchez Coach
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