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El precio de no ser auténtico


Qué es lo primero que piensas si te pregunto… ¿qué es para ti sentirse vulnerable? La mayoría, cuando hago esta pregunta contesta cosas como: “bajar la guardia”, “mostrar mis debilidades”, “que vean realmente cómo soy”, “uy… no me gusta”, etc. Hoy vamos a hablar de ser auténtico y los beneficios de la vulnerabilidad.


En esta sociedad en la que etiquetamos, encasillamos, todo el mundo opina en redes (y poco a la cara), es difícil saber cómo comportarse en muchos casos, sobre todo la gente joven y en particular los adolescentes, necesitan pertenecer al grupo y si es al de los “guays” mucho mejor. Es normal que, durante esta etapa de la vida, en la que nos estamos conociendo, pasemos por distintas identidades para poder decidir quiénes somos o quiénes queremos ser. En la edad adulta, que se supone que ya tenemos una identidad formada, nos vemos en algunos casos “actuando” o “maquillando” determinados comportamientos para encajar, no dar que hablar, no sufrir o que los demás no sufran, gustar o pertenecer a algo. ¿Cuál es el precio que pagamos por hacer un papel que realmente no es el nuestro?


Puede parecer que el beneficio a corto plazo es real e inmediato, pero ¿qué supone “maquillar” nuestra vida y dejar a un lado nuestro yo real? Si estamos “actuando” en algo, ¿por qué decido actuarlo en vez de decir o hacer lo que realmente pienso que debería hacer? Una de las grandes razones podría ser la sociedad, cada vez más crítica y en la que “no encajar” resulta cada vez más fácil, otra podría ser porque estamos entendiendo que lo que se espera de nosotros es algo distinto a lo que es nuestra esencia o nuestra forma de ser verdadera. Otras veces parece que opinar distinto es igual a generar conflicto, cuando debería ser una oportunidad de integrar nuevas ideas. En resumen, nos vamos alejando cada vez más de nuestro yo auténtico porque nos puede evitar problemas.


Aquí algunos de los “peajes” de no ser auténtico:

  • Contradicción entre quién soy y cómo actúo que nos lleva a realmente no saber si soy uno u otro.

  • Ignoro mis miedos en vez de enfrentarme a ellos.

  • Aprendo a manipular la realidad de lo que siento.

  • Dejo de darle importancia a la esencia de mi persona: mis valores.


Empecé este post hablando de vulnerabilidad y por qué nos cuesta tanto mostrarnos vulnerables. Por mi experiencia trabajando con muchas personas, y esto es sólo una opinión, pienso que desgraciadamente todavía se asocia la vulnerabilidad con la debilidad. Todos, absolutamente todos tenemos debilidades, pero parece que nuestro instinto de supervivencia nos dice que si somos vulnerables le estamos dando pistas al enemigo… Aquí es dónde creo que está la gran diferencia porque si fluyes con la vida, eres fiel a tus valores, la culpa no te atormenta y crees en ti… ¿dónde está el enemigo?


Además, la vulnerabilidad es lo que nos permite conectar realmente con las personas, mostrarnos de verdad, sin rodeos, de frente, con nuestras virtudes y defectos: este soy yo.

Mientras sigamos escudándonos en caretas que simplemente ocultan esos miedos o inseguridades, estaremos vetando nuestro propio crecimiento personal. Te invito a empezar a tomar conciencia de en qué situaciones las utilizas, ¿qué miedo existe detrás? Eso, exactamente eso, es por donde deberías empezar a trabajar. Si has dado con ello, te doy la enhorabuena, es un paso de gigante.

Foto Freepik

Melinda Sánchez Coach

 
 
 

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