¿Quién eras? ¿Quién eres?
- Melinda Sanchez
- 12 dic 2024
- 3 Min. de lectura

Imagina que te encuentras a un amigo del colegio andando por la calle, hace siglos que no le ves y te alegras mucho de saludarle. “Pero bueno, si estás igual, no has cambiado nada”, te dice… Hacéis un breve resumen de trabajo, familia y poco más y os despedís sonriendo. Por tu mente aparecen dos preguntas: “¿no he cambiado nada?, ¿soy la misma persona que hace años?”
Antes de reflexionar, un poco de información para entender nuestros cambios y evolución en la vida:
Desde que nacemos, hasta aproximadamente los 2 años, nuestra actividad cerebral funciona muy parecido a cuando estamos dormidos.
De los 2 a los 6 años pasamos a un estado de imaginación creativa.
De los 6 a los 12 estamos entre el subconsciente y el estado consciente.
Y a partir de los 12 años es cuando empezamos a desarrollar la consciencia activa, la mente racional.
Esta información es importante para entender que de los 0 a los 6 años estamos en lo que se conoce como “estados programables”. Es en esta edad cuando grabamos en nuestra mente absolutamente todo lo que pasa a nuestro alrededor, como cuando apretamos el botón de una grabadora y se empieza a acumular información. Todo lo que ocurre en nuestro entorno queda grabado en el subconsciente: comportamientos familiares, emociones, ideologías, creencias, situaciones en el colegio, cómo me tratan… Hasta que de repente, la grabadora se para y todo eso que se ha grabado es parte de ti.
Cuando vamos avanzando en la adolescencia, nos damos cuenta de que muchas cosas de las que se han grabado en tu grabadora, no te hacen sentido o empiezas a verlas de forma distintas. Lo llaman la edad de la rebeldía, porque es en realidad cuando empiezas a darte cuenta que mucho de lo que hay “grabado” en tu mente, no es como tú lo estás viviendo. Aquí es dónde empiezas a tener la oportunidad de construir tu verdadero yo a través de nuevas experiencias y cómo decides comportante ante determinadas situaciones.
Después de la adolescencia, entrando ya en la edad adulta, nos encontramos con dos perfiles de personas: los que siguen los programas y creencias de la grabadora o las personas que trabajan en su crecimiento personal y deciden ser quienes quieren ser. Los programas grabados no tienen por qué ser malos, pero no los hemos elegido nosotros.
Un ejemplo: Ana, cuando tenía 15 años, era muy tímida y en su grupo de amigos le costaba integrarse. No era muy habladora y las chicas más extrovertidas de su grupo le ponían bastante presión para que se comportara como ellas. Ana tiene una familia bastante conservadora y hacer “determinadas cosas” estaba mal, así que en su mente hacer algo que estaba mal era romper una gran barrera con respecto a lo que había vivido hasta los 15. Ya en su vida adulta, Ana se da cuenta de que, aunque sigue teniendo algunas limitaciones para integrarse en determinados grupos de personas, sobre todo en el trabajo, la Ana de hoy en día, con 30 años, no es la Ana de los 15 y que tiene otro tipo de herramientas y experiencia para enfrentarse a sus miedos personales.
Te invito a reflexionar sobre lo siguiente: piensa en una experiencia difícil en tu adolescencia.
¿Cómo viviste la situación en el pasado?
¿Cómo la enfrentarías ahora?
¿Qué has aprendido?
¿Qué herramientas tienes como adulto para superar dificultades?
Cuando somos pequeños disponemos de poca experiencia y herramientas para enfrentarnos a determinadas situaciones, pero según vamos experimentando en la vida, esas experiencias nos están dando la oportunidad de evolucionar y aprender nuevas cosas para afrontar las situaciones de forma distinta.
¿Qué experiencias en tu vida te han permitido crecer? ¿Cómo han cambiado tu forma de pensar y actuar? ¿Qué has aprendido? ¿Qué haces distinto ahora que no hacías en el pasado?
Parar a reflexionar sobre lo que hemos aprendido sobre determinadas experiencias más difíciles nos puede ayudar a superar las nuevas situaciones que aparezcan en nuestra vida. Lo importante es entender que estamos en un modo de aprendizaje continuo y que, si estamos recopilando experiencias, es porque tenemos la gran suerte de seguir experimentando. Recuerda: no eres lo que te han dicho que eres, puedes ser quien quieras ser.
Foto Freepik
Melinda Sánchez Coach
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