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¿Te creas tus propias películas?


¿Te has encontrado a ti mismo ideando escenarios para el futuro, poniéndole palabras a situaciones imaginarias, qué estará haciendo fulanito o menganito…?  Hoy os voy a hablar de esas películas mentales e imaginarias que, aunque no nos demos cuenta, provocan en nosotros emociones y estados de ánimo, muchas veces negativos.


Imaginad que estoy con Elena en una cafetería tomando una cerveza y de repente la veo pensativa, con cara de felicidad, con la barbilla apoyada en la mano, con una sonrisa de esas que me enseña sus dientes perfectos. Le pregunto: ¿qué estás pensando? Elena me dice: ay, no me había dado cuenta perdona, estaba pensando en el plan de fin de semana que tengo con el chico que he conocido. Obviamente Elena estaba teniendo una imagen agradable del futuro fin de semana, estaba conectando con una emoción positiva, que todavía no es real, y que estaba proyectando en el futuro.

Tener esta clase de ensoñaciones es fantástico para nuestra mente y estado de ánimo, evadirnos y soñar es una forma de desconexión.


El post de hoy no va de ensoñaciones que nos producen emociones positivas, va de esas películas que nos montamos en la cabeza que nos generan emociones negativas: ansiedad, miedo, angustia, frustración, inseguridad… Esas películas que son tan reales en nuestra mente que nos llevan a un lugar oscuro en el que volver a la luz nos resulta complicado.


Pongamos un ejemplo: esta mañana Sofía se ha cruzado con Pedro, un compañero del trabajo con el que tiene una gran amistad. Ayer tuvieron una pequeña discusión originada por un intercambio de opiniones muy distintas sobre la organización de un evento de compañía. Sofía se ha dado cuenta de que Pedro, en vez de pararse por el pasillo a hablar con ella, ha continuado su camino, saludándole únicamente con la mano y estaba muy serio. Sofía se va a sentar a su sitio y abre un documento en el que tiene que trabajar, pero la imagen de Pedro, serio y sin ganas de hablar le viene a la cabeza. “Está enfadado conmigo, seguro, ayer me pasé de vehemente y obstinada. Es que no puedo ser tan cabezota, debería hablar de forma más tranquila para exponer mis ideas… Como siga así me voy a quedar sin amigos…” Elena empieza a sentir el peso de la culpa y su cuerpo le devuelve ansiedad y angustia, que se refleja en un agudo dolor de cabeza. Un par de horas después, Elena va a a la cafetería y se vuelve a encontrar con Pedro que se acerca a ella sonriendo: “¿Qué tal? Perdona, que esta mañana llegaba tarde a una reunión en la que tenía que hablar de un tema que no me había preparado y no te he saludado”.


La película que se ha montado Elena, como las que nos generamos el resto de las personas, viene originada por sus miedos e inseguridades, que empiezan a alimentar pensamientos. Esos pensamientos inconscientes terminan siendo tan intensos que se retroalimentan unos a otros, llegándonos a creer mentalmente esa película y sintiendo una emoción real en nuestro cuerpo, como el dolor de cabeza de Elena.


¿Cómo podemos hacer que la película desaparezca?

Lo primero de todo, os recomiendo trabajar de forma activa en esa parte de nosotros que nos hace sentir miedo o sentirnos inseguros. Cuanto más conozcamos esos miedos, cuanto más familiarizados estemos con ellos, mejor podremos manejar esas películas que nos hacen pasarlo mal. Miedos tenemos todos, pero conocerlos y saber cómo manejarlos nos ayuda a vivir nuestra vida de forma más plena y feliz, más tranquila y en el presente.


El coaching puede ayudarte a trabajar en ese conocimiento personal con el que conseguirás controlar mejor qué piensas, para decidir cómo te quieres sentir.


Como ya os he comentado en muchos de mis artículos, el presente es el único momento que existe. El pasado es algo que ya pasó y de lo que únicamente tenemos un recuerdo. El futuro no ha llegado y de lo que pensamos, a lo que pueda pasar realmente, hay millones de variables que puedan afectar al resultado de la situación que estamos proyectando.


En definitiva, si trabajas tu mente, podrás llegar al origen de esas películas que nos consumen tiempo, energía y nos generan malestar. Si haces el esfuerzo por reflexionar sobre esta pregunta: “¿de dónde viene esta película?”, seguro que te da pistas para empezar a trabajar. Puedes hacerlo desde la curiosidad, sin juzgarte y únicamente con la intención de conocerte a ti mismo. ¿Te animas?

Foto Freepik

Melinda Sánchez Coach

 
 
 

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