Vacaciones y la nube de insatisfacción
- Melinda Sanchez
- 13 dic 2024
- 3 Min. de lectura

Las vacaciones son uno de los momentos más esperados del año, nos pasamos un año entero trabajando, en la rutina diaria: estrés, obligaciones, falta de tiempo para todo… Se van acercando las vacaciones y estamos ilusionados, hacemos planes, pensamos en aquello que más nos apetece hacer y se nos ilumina la cara. Llegamos a nuestro lugar de vacaciones y todo son alegrías y sonrisas, nos queremos y existe un ambiente ideal, pero… según van pasando los días, ¿qué es lo que pasa que, en muchos casos, ese ambiente ideal empieza a no serlo tanto y empieza a rondarnos la nube de la insatisfacción?
El ser humano es un animal de costumbres, bien sabido por todos es que nos adaptamos al medio, aunque a unos les cueste más que a otros. Una vez que estamos ya en la casita de la playa o de la montaña o en el súper viaje y llevamos unos días con las mismas personas, de alguna forma nos invade la “nube de la insatisfacción”. Algunas veces somos conscientes de esa nube y otras no. No quiero decir que le pase a todo el mundo, pero sí que suele ser un tema muy común. Tampoco quiero decir que estemos realmente insatisfechos, pero se empieza a divisar sobre nosotros una pequeña nubecilla gris acechante, porque ya hemos vivido todos estímulos de la llegada, el cambio, lo nuevo…
En otras ocasiones, lo que nos hace estar incómodos en vacaciones es la sensación de quietud. Como vivimos en una rutina que se mueve tremendamente rápido, sobre todo en las grandes ciudades, cuando la tranquilidad roza nuestras vidas nos sentimos fuera de nuestro medio y puede que los primeros días sepamos disfrutar de la diferencia de ritmo, pero a veces, esa tranquilidad se convierte en un “algo me falta” y empieza a achechar la “nube de la insatisfacción”.
Otra de las causas de la aparición de la nube de insatisfacción es la gestión de tus propias expectativas sobre tus planes, que vimos en el post de hace dos semanas. Como ya os comenté, planes mejor pocos y buenos y dejar un poco a la frase “sobre la marcha” que sea la que predomine.
Todos sabemos que con la convivencia llegan los roces. Al principio estamos todos encantados de compartir viaje, casa, playa… Todo son sonrisas, besos y abrazos, pero, sin saber por qué, la alegría y el buen rollo empiezan a estabilizarse y en algunos casos surgen diferencias e incluso roces o discusiones.
Aquí es entonces cuando os propongo varios tips para que la “nube de la insatisfacción” no te aceche estas vacaciones:
Sé consciente de tus expectativas, si las tienes, que sean realistas y ten alternativas por si no se cumplen tal y como habías planeado.
Reflexiona todos los días sobre cómo te sientes, si te sientes bien, agradece el momento, la compañía, la comida… La gratitud nos hace conectar con nuestro lado más positivo, nos ayuda a centrarnos en agradecer lo que tenemos y no en lo que deseamos.
Si la nube ya está cerca, piensa, reflexiona sobre qué es lo que te está empezando a molestar o te hace sentir incómodo. Una vez detectado: ¿puedes hacer algo para cambiarlo?, ¿puedes tener una conversación que ayude a mejorar la situación?
En el caso de que la tranquilidad te esté abrumando, procura salir más a pasear, hacer deporte, nadar, jugar con los niños… La actividad sana te puede ayudar bastante.
En definitiva, ser conscientes de cuándo nos acecha la nube de la insatisfacción puede hacer una gran diferencia en el resultado de tus vacaciones. Una vez que la nube se pone negra y empieza a tronar y llover, es más difícil de sobrellevar. Recuerda: las vacaciones sólo son una vez al año y disfrutarlas a tope depende de muchas cosas, pero también de ti.
Foto Freepik
Melinda Sánchez Coach
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