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¿Conoces tus miedos?


¿Quién no ha sentido miedo alguna vez? El miedo es una emoción que nos produce sensaciones incómodas, desagradables, a veces paralizantes al igual que intensas. Algunos miedos son más obvios o fáciles de detectar como por ejemplo el miedo a las arañas, a las alturas, a hablar en público… Hoy voy a hablar de otro tipo de miedos, esos miedos ocultos en nuestra mente que cuesta más identificar, que andan por ahí medio escondidos y no queremos mirar de frente hasta que ¡PANG!, de repente salen y nos dejan K.O.


Vamos con un ejemplo: Lucía es la directora general de una empresa de logística muy conocida, tiene todo lo que podría desear: cochazo, casoplón, tres niños preciosos que van a los mejores colegios y un marido sacado de una revista de moda. Su vida parece perfecta, pero no lo es. Uno de los miedos ocultos de Lucía es que su marido la deje, tiene un miedo horrible a sentirse rechazada, por lo que es capaz de aguantar o hacer la vista gorda a los escarceos de su marido, las faltas de respeto y las broncas continuas.


Otro ejemplo: Roberto es un chico estupendo, alto, con buena planta y muy simpático. No es capaz de tener una relación seria porque en el fondo tiene un miedo tremendo a enamorarse y que le vuelvan a dejar, como hizo su ex. Todos sus amigos se van casando y aunque a él le gustaría también formar una familia, le da pánico a exponerse a que se repita la experiencia.


¿Cuáles son tus miedos?

Ante todo, comentar que todos los tenemos y es algo normal. En algunas ocasiones podemos intuirlos pero nos cuesta muchos enfrentarnos a ellos y en muchas otras, no somos conscientes y sólo sufrimos sus consecuencias.


A veces nos dejamos llevar por esos miedos porque no sabemos ponerles límites, porque creemos que es así como debemos vivir, repitiéndonos: “prefiero lo malo a lo que podría ser peor” o “no quiero volver a pasar lo mismo”. Muchos de esos miedos son programas heredados de familiares o entorno social, por ejemplo: está bien que te traten mal porque es lo único que he visto en mi familia, mejor casada y asqueada que solterona, mejor no lo intento por si sale mal…


Cuando de verdad empiezas a tomar consciencia de esos miedos, te das cuenta de todo el tiempo que has vivido encerrado en una mazmorra de la que creías que no podías salir, cuando en el fondo nunca estuvo cerrada con llave.


Intentar abrir la puerta no es fácil, pero saber que al otro lado del miedo está la libertad ya es un primer paso. Desde ahí puedes elegir cómo empezar a enfrentar ese miedo dependiendo de la situación que estés viviendo en ese momento. Cada uno de nosotros tiene un proceso distinto, lo importante es no forzarlo.


Si no te atreves a abrir la puerta, siempre puedes abrir una ventana y respirar… Todo tiene su proceso, tomar consciencia es un gran paso.

Foto Freepik

Melinda Sánchez Coach

 
 
 

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