¿Eres quien quieres ser?
- Melinda Sanchez
- 15 dic 2024
- 4 Min. de lectura

¿Eres quien quieres ser o eres quien se supone que tienes que ser? Te hago esta pregunta para reflexionar sobre estas dos suposiciones en las que solemos estar atrapados:
Soy la suma de las expectativas de los demás más las mías propias: el padre perfecto, la mujer trabajadora, el hijo modelo, el estudiante número uno de la familia…
Soy quien puedo ser dentro de una vida que es igual un día, y otro, y otro…
¿Alguna vez te has parado a pensar quién quieres ser? Esta es una pregunta ¿Eres quien quieres ser o eres quien se supone que tienes que ser? Te hago esta pregunta para reflexionar sobre estas dos suposiciones en las que solemos estar atrapados:
Soy quien puedo ser dentro de una vida que es igual un día, y otro, y otro…habitual en mis sesiones de coaching que suele llevar a los coachees a una profunda reflexión. ¿Te la has planteado alguna vez? Si es así, enhorabuena porque tienes mucho avanzado y si no… ¡hoy es un gran día para comenzar!
Soy la suma de las expectativas de los demás más las mías propias: el padre perfecto, la mujer trabajadora, el hijo modelo, el estudiante número uno de la familia…
Para ponernos en contexto, es importante saber que de los cero a los siete años aproximadamente, nuestro cerebro se encuentra en lo que se conoce como “estado programable” o “estado hipnótico”. Esto quiere decir básicamente que nos creemos absolutamente todo lo que nos dicta el entorno familiar (normalmente padres y el resto de la familia) y social (profesores, personal del colegio, entrenadores, etc.)
Nuestra capacidad de razonar se encuentra en la corteza prefrontal, que es el área del cerebro responsable de las funciones ejecutivas: el razonamiento abstracto y lógico (realizar hipótesis, comprender consecuencias futuras, etc.), toma de decisiones, planificación… No nacemos con esta área totalmente desarrollada, sino que según vamos creciendo, se va desarrollando gradualmente hasta los 25-30 años aproximadamente. Esta es la razón por la que cuando somos niños, nos creemos todo lo que nos dicen ya que hasta los 12 años aproximadamente no empezamos a hacer nuestras primeras reflexiones lógicas.
La mayoría de las creencias que se forman en nuestro cerebro en la infancia, nos quedan grabadas de tal manera que pasan a formar parte de nuestro “disco duro inconsciente”. Crean patrones de pensamientos y comportamientos que nos hacen ser de una forma u otra, sin que nosotros hayamos podido tener una opinión y poder influir en ellos.
Pongamos un ejemplo (siempre ficticio): Gonzalo es un profesor de literatura de una escuela de secundaria al que de pequeño etiquetaban en su círculo familiar y social como un niño extremadamente sensible. Su profesor se burlaba de él ante otros niños porque era un “blando”, lo que potenció una personalidad insegura y con miedo a mostrar sus emociones. Ya en la edad adulta, Gonzalo descubre que es PAS (persona altamente sensible) y posee una mayor sensibilidad emocional. Empieza a entender muchas cosas que le pasaban de niño y decide empezar a trabajar en quién quiere ser. Lo primero que decide es lo que no quiere ser: no quiere ser inseguro.
Muchas de las causas de nuestros comportamientos y de nuestras decisiones vienen condicionados por esas creencias ciegas que están instaladas en nuestro “disco duro inconsciente” y nos limitan en el presente. Conocer lo que tenemos ahí guardado nos da muchas pistas de por qué somos de una forma determinada. Pongo otro ejemplo ficticio: a Bárbara le gustaría ser menos perfeccionista, pierde demasiado tiempo en hacer las cosas perfectas y se le acumula el trabajo porque no se da permiso para entregar algo que no haya revisado una y otra vez. En una de nuestras sesiones comenta que en su casa se repetía continuamente la frase “hay que hacer las cosas bien siempre” y si no se hacía, le esperaba una reprimenda que prefería evitar.
Todo este cúmulo de creencias van perfilando conductas y comportamientos que repetimos una y otra vez, la mayoría de las veces de forma automática e inconscientes. Algunas de nuestras conductas del “disco duro inconsciente” nos hacen crecer, no son todas negativas. Un ejemplo: Claudia ha vivido rodeada de deportistas de élite en su casa: su padre y su hermano. Conoce los beneficios del esfuerzo y la consistencia y los practica en su día a día. Gracias a este programa aprendido ha llegado lejos en su carrera y está muy agradecida por ello. La parte no tan positiva de ese programa aprendido es que cuando algo no le sale como quiere la frustración que le genera es muy difícil de controlar. Esta es la emoción que Claudia quiere trabajar para poder gestionarla de otra forma.
¿Cómo acercarme más a quién quiero ser?
Basaré estos tips en el ejemplo de Claudia:
Soy consciente de que hay algo que en mí que me genera una emoción negativa, en este caso, Claudia quiere trabajar en cómo gestionar mejor la frustración.
Una vez detectado, reflexiona sobre cómo sientes esa frustración cuando aparece, cómo te hace reaccionar, qué siente tu cuerpo…
Visualiza cómo te gustaría responder cuando aparece la frustración en vez de reaccionar sin pensar.
Aunque no tienes situaciones que generan frustración a diario, dedica unos minutos de tu día a cómo quieres responder la próxima vez que aparezca en tu vida.
Poco a poco la nueva respuesta a la frustración se va integrando en ti y se irá haciendo más fuerte en tu mente, creando nuevos patrones neuronales. Ya verás como empiezas a ser como quieres ser en vez de reaccionar a través de tu “disco duro inconsciente”.
Empezar por algo específico, muy concreto, como una emoción recurrente que no te guste es una buena manera de empezar. Te invito a probar y a que me envíes tus comentarios si te ha funcionado. Ya sabes, sólo hay un paso entre hacerlo o no, pero imagina el beneficio de trabajar poco a poco en quien quieres ser de verdad.
Si quieres trabajarlo en profundidad, siempre puedes pedir más información en la dirección de email melindasanchezcoach@gmail.com
¡Gracias!
Foto Freepik
Melinda Sánchez Coach
Comments