Mi Pepito Grillo y yo
- Melinda Sanchez
- 13 dic 2024
- 4 Min. de lectura

Esa vocecilla interna que nos dice lo que deberíamos hacer, que nos recuerda que, muy dentro de ti, sabes que deberías tomar una decisión distinta, hacer las cosas de otra forma, callar antes de decir algo… Ese Pepito Grillo que todos llevamos dentro, nuestra voz de la conciencia, suele vivir muy alejado de nosotros porque hemos decidido desentendernos del pobre bichito. Hoy vamos a darle el protagonismo que se merece a la voz de tu conciencia.
La gran mayoría de nosotros tiene muy claro la diferencia entre lo que está bien y lo que no lo está, en general, sabemos lo que nos conviene y lo que no, pero… ¿por qué algunas o muchas veces hacemos lo contrario? Por ejemplo: sabes que tienes que dejar de comer dulces porque comes demasiados, pero siempre terminas comiéndote uno más o que no debes saltarte el gimnasio porque además de que lo estás pagando te viene genial hacer deporte, etc.
La mayoría de las veces, no hacer caso a nuestro Pepito Grillo, que es nuestra conciencia, nos lleva a un sentimiento de culpa. Sabemos que no hemos hecho lo que deberíamos y la culpa ronda por nuestra mente. En ocasiones, la culpa se queda sólo en un pensamiento muy lejano, pero otras veces se traduce en algo mucho más intenso, una emoción que nos hace sentir mal e incómodos.
¿Y si sé que me voy a sentir culpable después…, por qué lo sigo haciendo? Podríamos hablar de muchas razones, pero hoy vamos a trabajar de dos de ellas:
El beneficio inmediato
El autosabotaje
Empecemos a conocer ese beneficio inmediato que me da una sensación de placer al salirme con la mía. Por ejemplo: hoy me hago la loca y no voy al gym, cualquier excusa es buena: estoy muy cansada, he tenido un día horrible, me duele un poco el tobillo… y me quedo tirada en el sofá bebiendo un vinito y viendo series. En ese momento siento un placer inmediato y además estoy contenta porque he salido ganando, es parecida a esa sensación de haber sido más listo que el otro. Al día siguiente me miro en el espejo y digo: “vaya michelines me están saliendo” y me paso el día entero lamentándome y sintiéndome fatal porque ayer me salté la clase de spinning. Cuando empezamos a entrar en la espiral de la culpa las emociones empiezan a transformarse en negativas: “ayer me sentía genial viendo mi serie y tomando el vino y hoy estoy de un humor de perros porque me siento mal conmigo misma”. Obviamente dejé encerrado a Pepito en una caja muy lejana y aunque la vocecilla me decía que me iba a sentar muy bien ir al gym, cerré la caja con llave y la metí en un cajón…
Nos autosaboteamos cuando ponemos obstáculos a nuestro propio éxito, la mayoría de las veces lo hacemos por miedo o falta de seguridad en nosotros mismos. Por ejemplo: en el caso de ponerme mil excusas para no ir al gimnasio, muy dentro de mí existe la convicción de que nunca voy a tener el cuerpo que quiero tener, por lo que de alguna forma me autosaboteo para no intentarlo. Otro ejemplo: Sergio está saliendo con un chico estupendo, muy dentro de él piensa que le terminará dejando como hicieron los anteriores, por lo que inconscientemente está haciendo todo lo posible para alejar de su lado a este nuevo chico antes de que le vuelvan a hacer daño.
Cuando no escuchamos a nuestra voz de la conciencia por conseguir un beneficio inmediato, la culpa suele aparecer tarde o temprano. En el caso del autosabotaje, nuestra voz de la conciencia está mucho más callada, lo que predomina es la voz del saboteador: “para qué vas a ir al gimnasio si no vas a conseguir estar como quieres”, “ya verás como este chico te deja, es como todos…” y la culpa no aparece de forma tan inmediata.
Tips para contrarrestar tus propias excusas conscientes (beneficio inmediato) o más inconscientes (autosabotaje):
Ten claro tu propósito y que sea realista, ¿qué es lo que quieres conseguir? En el ejemplo del gimnasio: “quiero verme más tonificada y perder algo de peso”. En el caso de Sergio: “quiero tener una relación tranquila con este chico que he conocido y disfrutar del momento”.
Haz un plan con metas muy cortas, etapas que puedas ir cumpliendo poco a poco y que te vayan dando pequeñas satisfacciones al verte avanzar en tu propósito.
Saca a Pepito Grillo de la caja y escucha un poco más a tu conciencia cuando lleguen las voces saboteadoras: “no vayas al gym, que no te sirve de nada”, “ese chico te va a dejar”.
Racionaliza y ponle actitud, recuerda tu propósito y dale prioridad, apóyate en Pepito que es un bichito muy sabio.
Nuestra voz de la conciencia está para ayudarnos, intenta escucharla más porque es tuya, es ese Pepito Grillo que siempre velará por ti y por tu bienestar. Agradece la función de tu conciencia y hazle un poco más de caso, seguro que empiezas a tomar mejores decisiones.
Foto Freepik
Melinda Sánchez Coach
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