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¿Sabes gestionar tus emociones?


Las emociones son todas maravillosas, las positivas: cuando te sientes alegre, seguro, optimista, liberado, inspirado, etc. Pero… ¿qué pasa con las emociones negativas? ¿son maravillosas? Yo creo que sí, las emociones negativas son las que nos ayudan a darnos cuenta de que algo está pasando en nuestro interior y tenemos que ponerle atención, son las que nos ayudan a crecer, a mejorar, a aprender…


Hoy voy a hablaros de cómo trabajar las emociones del día a día, no de las emociones fuertes como las que se generan por una pérdida, un trauma, etc. Hoy os voy a hablar de la gestión emocional como herramienta para vivir mejor.


Está claro que las emociones negativas se llaman así porque a nadie le gusta sentirlas: como cuando te sientes frustrado, solo, decepcionado, apático, angustiado… Lo que queremos es que se nos pase esa sensación lo antes posible y seguir con lo nuestro. Estas emociones nos transmiten una sensación en el cuerpo que nos hace sentir mal, ya que toda emoción, sea positiva o negativa, se transmite de forma automática a nuestro cuerpo. Así, cuando estamos estresados o tenemos ansiedad, nuestro cuerpo genera cortisol, si sigues estresado un tiempo probablemente también tengas contracturas o dolor de estómago o migrañas, etc.


La mayoría de las veces no somos conscientes de que estamos sintiendo una emoción, simplemente la sentimos. Es como cuando estamos muy felices porque, por ejemplo, nos han dado un reconocimiento en el trabajo, probablemente te sientas orgulloso y tu cuerpo refleje una sonrisa, tu pecho esté posicionado hacia adelante y tu cuello bien erguido. Está genial que te sientas orgulloso, ¿pero, realmente eres consciente de ese orgullo? ¿Cuánto te dura? ¿Cuánto tiempo te queda esa sensación hasta que te pones con otras cosas y pasa a ser historia? ¿Te tomas el tiempo suficiente para saborear esa satisfacción personal?


Con las emociones negativas normalmente hacemos lo contrario. Voy a poner un ejemplo de una persona imaginaria, como todas las emociones que menciono en mi post: Natalia es una persona que se preocupa por sus amigos, siempre está cuando la necesitan, se preocupa de mantener el contacto, es la que mantiene al grupo unido y a la que llama todo el mundo para contarle sus problemas. Hoy ha tenido un día horrible en el trabajo, ha llamado a una de sus amigas y no coge el teléfono, ha llamado a otro amigo y le dice que no puede hablar, que está ocupado, así con todo el pequeño grupo, no ha podido hablar con nadie. A su cabeza empiezan a llegar pensamientos del tipo: “hay que ver, para una vez que pido que me escuchen”, “me siento sola”, “ya no hay amigos de verdad” … Los pensamientos se suceden de forma automática en su cabeza generándole dos emociones: soledad y tristeza. De repente, Natalia se acuerda de una de nuestras sesiones de coaching en la que aprendimos que, cuando empiezas a sentirte de una forma determinada, hay pensamientos detrás que lo provocan. Lo primero que hace Natalia es poner atención a sus emociones: “¿qué estoy sintiendo?”. Cuando es consciente de que siente soledad y tristeza, enseguida capta esos pensamientos negativos que hay detrás y pone una línea en medio, empieza a racionalizar lo que está pensando: “¿de verdad me siento sola?, ¿puede ser que estén ocupados y cuando puedan me llamen?, ¿estoy dramatizando?, ¿he llamado a una hora en la que están trabajando?” …, la emoción entonces empieza a hacerse más y más leve. Natalia toma una decisión: “si nadie me llama hoy o no quieren saber de mí entonces tendré motivos para sentirme sola”. Decide dar el beneficio de la duda a sus amigos que, efectivamente, la llamaron todos en cuanto se pudieron desocupar de lo que estaban haciendo.


Las emociones, cuando se traducen en una sensación en nuestro cuerpo, son los mejores indicadores que tenemos para dejar de pasarlo mal, en el caso de las emociones negativas y saborear más el buen momento en el caso de las positivas. Como he comentado antes: si me siento orgulloso, soy consciente de lo que siento y lo saboreo, lo comparto, lo celebro… Si me siento sola y triste, ¿de verdad tengo razones?, ¿estoy pensando de manera consciente?, si es así, ¿puedo hacer algo para sentirme mejor?

Saber qué siento y qué pensamientos producen esa emoción es lo que nos va a ayudar a disfrutar al máximo las emociones positivas y minimizar las negativas.


  • Primero identifica qué sientes, ponle una palabra a la emoción: no es lo mismo sentirme solo que furioso, ni orgulloso que optimista, ni eufórico que bromista… Si no somos capaces de identificar las emociones es más complicado trabajar con ellas.

  • Después, si es una emoción positiva, recuerda todo y saborea lo que te ha llevado a ella, compártelo, celébralo, recuérdalo y agradécelo varias veces en el día, esa emoción se va a multiplicar trayéndote más felicidad a tu día.

  • Si es una emoción negativa, capta qué pensamientos te están produciendo esa emoción y cuestiónalos. Racionaliza la emoción y relativiza los pensamientos. Sé sincero contigo mismo y si al racionalizar:

    • los pensamientos son realistas, siente la emoción, date espacio para sentir y lo normal es que empieces a sentirla forma distinta y vayas desapareciendo.

    • te das cuenta de que estás alimentado pensamientos que no son del todo reales, que estás alimentando tu ego o el drama. Toma la decisión de cambiarlos por pensamientos reales y conscientes. La emoción será mucho más leve e incluso desaparecerá.


Nuestro vocabulario emocional suele ser bastante escaso, si te dijera: nombra todas las emociones positivas que te vengan a la cabeza, ¿cuántas te salen?, ¿y si hacemos lo mismo con las negativas? Muchas veces no sabemos lo que sentimos porque no sabemos asociar una palabra a la emoción, sin esa palabra, a nuestro cerebro le cuesta mucho procesar la información. Para ampliar tu vocabulario emocional, te aconsejo buscar en internet “rueda de las emociones”, una rueda que te ayudará a darle nombre a tu emoción.


La gestión emocional es algo que nos cuesta trabajar porque no nos han enseñado a ello. Trabajar con la emoción es muy gratificante cuando ves que hay veces que lo pasamos mal porque simplemente no sabemos gestionar nuestros pensamientos. Nunca es tarde para aprender. Recuerda: tu vida es lo que sientes y sientes lo que piensas, racionaliza tus emociones siendo consciente de tus pensamientos.

Foto Freepik

Melinda Sánchez Coach

 
 
 

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